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SEMILLAS CRIOLLAS
Las semillas criollas son las estructuras reproductivas vegetales de variedades antiguas de plantas que son mantenidas por agricultores y jardineros, las cuales se han utilizado con frecuencia y se han mejorado desde los primeros días de la historia humana, pero no se utilizan en la agricultura intensiva moderna. Pueden ser semillas, como por ejemplo semillas de maíz y frijol, pero también pueden ser estructuras vegetativas reproductivas como ramas, raíces o tubérculos.
Se cree que la domesticación de plantas y animales comenzó hace alrededor de unos 11.000 años en la región de lo que hoy conocemos como Líbano, Siria, Turquía, Irán e Irak. Probablemente después de la primera domesticación de granos de cereales los humanos comenzaron a reconocer grados de excelencia entre las plantas en sus campos y guardaron las semillas de los mejores cultivos para plantar nuevas cosechas.
Estas selecciones de semillas se consideran los comienzos de la mejoría genética de las plantas. Se cree que las especies domesticadas al principio poseían una amplia variedad genética. Esto se reflejó en una gran heterogeneidad de las plantas, en cuanto al tiempo de cultivo, diferencias en el desarrollo y calidad de los granos. A medida que nuestros antepasados realizaban el cultivo y selección de los mejores granos, se eliminaron algunas características indeseables de estas plantas, como la reducción de la latencia de las semillas, por ejemplo. Por otro lado, se seleccionaron cualidades convenientes al propósito que se pretendía para el cultivo de una planta determinada tales como color, sabor, aroma, rendimiento, tamaño de la planta, entre otros aspectos. La elección de determinados atributos para la fijación, en detrimento de otros, inició una presión de selección.
Esta selección deliberada de atributos interesantes para el desarrollo humano ya inicia un proceso de reducción de la variabilidad genética en especies modificadas. Aunque la valorización, utilización y difusión de las semillas criollas está vinculada a la preservación del medio ambiente, no se trata de una preservación ambiental desde una óptica de naturaleza intacta. Pero de la preservación de los recursos esenciales en concordancia con el uso y la manipulación de estos recursos en la promoción de la vida y el bienestar de la sociedad.
Las semillas criollas nos recuerdan nuestra ascendencia, Estas semillas son un elo que nos une directamente a las tradiciones de los pueblos que las vivieron y cultivaron antes que nosotros. Estas semillas son las riquezas naturales y culturales que se transmiten para las nuevas generaciones. Con el cultivo de variedades criollas podemos darnos cuenta de las diferentes formas y arquitecturas de la planta, colores, formatos de granos y frutas existentes entre una variedad u otra de la misma especie.
En general, se puede decir que los alimentos originarios de variedades criollas son más saludables que los oriundos de la agricultura moderna, ya que los agricultores familiares o tradicionales que hacen uso de estas semillas valoran el no uso de pesticidas o por el menor uso posible. Esto es posible gracias a los más diversos sistemas de cultivo, no centrados en el uso de monocultivos.
El mantenimiento y conservación de las variedades criollas es de gran importancia pues en ellas se encuentran los recursos genéticos que se pueden rescatar para obtener nuevos cultivares modernos. Sabedores de esto las empresas multinacionales propietarias de cultivares híbridos o transgénicos tienen sus bancos de semillas (bancos de germoplasma), donde están almacenadas las más diversas variedades ancestrales y criollas, las cuales se denominan accesos. Estos accesos son las fuentes de rescate de genes importantes que se han perdido en el desarrollo de nuevos cultivares, los cuales pueden ser rescatados en cualquier momento por las empresas que los conservan debidamente almacenados.
Es extremamente importante mantener las variedades criollas por las diversas razones expuestas anteriormente. Sin embargo, para una visión y comprensión más precisa de la realidad y de las posibilidades de transformación social, las cuales, se infiere el uso de estas semillas, también es necesario que haya un reconocimiento del desarrollo científico contemporáneo por el cual ha venido atravesando nuestra agricultura. En mi concepción las semillas híbridas, así como las modificadas genéticamente, no necesariamente deben considerarse dañinas para la humanidad o como la salvación de la humanidad. Son solo productos del desarrollo de la inteligencia y la persistencia humana que son adecuados para ciertas situaciones de disposición productiva e inversión tecnológica, como lo que ocurre en la agricultura empresarial. En este contexto, estas tecnologías satisfacen las demandas de productividad e inversión necesarias para el funcionamiento de cadenas de producción complejas.
Por otro lado, el uso de semillas criollas es el más apropiado en los medios de agricultura de subsistencia, familiar o de pequeña empresa donde los arreglos productivos permiten el uso de cultivos intercalados, de mayor uso de mano de obra humana y menor necesidad de fertilización con abono.